No hay falta ni fuera de juego que se les escape. Y es que aunque la Copa COVAP sea un campeonato en el que salen al campo los más pequeños, las exigencias para todos los árbitros que pitan en ella son idénticas que si estuviesen ante las grandes estrellas de la Liga BBVA.
Un ejemplo de esta dedicación es Isabel María Barba, una joven árbitro jerezana de 20 años que debutó hace unos días en la Copa COVAP pitando en la sede provincial de Granada. Jugadora de fútbol “desde siempre y por diversión”, Barba comenzó hace dos años a arbitrar en todas las categorías, aunque reconoce que siente predilección por los alevines y los benjamines.
“Los más pequeños te respetan más, llegan con muchas ganas de jugar y son más susceptibles de aprender; todavía no son demasiado protestones. Los más mayores, en cambio, se creen que lo saben todo y es más complicado tratar con ellos”, cuenta Barba, quien considera que en competiciones como la Copa COVAP todos los equipos “van a jugar en serio” y que “existe una rivalidad sana” entre ellos.
Asegura que le encanta todo lo relacionado con la labor que realiza sobre el césped, aunque tiene claro cuál es la mejor parte del arbitraje: “Me gusta mucho enseñar fútbol a los niños. La televisión a veces les enseña actitudes con los árbitros que no son las adecuadas. Es necesario formar a los niños en valores como el respeto y el compañerismo”.
Ella es una de las chicas que han arbitrado en la competición, una realidad que cada vez es más habitual en los terrenos de juego. “Algunas veces los entrenadores y los niños se sorprenden al ver a una chica arbitrar, pero es cuestión sólo de segundos, porque enseguida se dan cuenta de que lo único que quieres es hacer bien tu trabajo. El público no lo tiene a veces tan claro y se llega a mofar más, pero bueno, eso nos pasa siempre a todos los árbitros”, cuenta con humor.