No permitas que las comidas se conviertan en una batalla, y toma nota de estas ideas cuya eficacia han comprobado padres, madres y expertos en psicología infantil.
A veces cometemos el error de forzarlos a comer de todo. ¿No hay manera de hacer que coman espinacas? Innova en la cocina y prepáralas de una manera atractiva o sustitúyelas por otras verduras. Si solo les ocurre con algún alimento concreto no pasa nada, lo importante es que consuman algo de cada grupo alimenticio. Además, el hecho de forzarlos resulta negativo, ya que llega a producirles rechazo hacia ese alimento. Los expertos recomiendan dejar que sean los niños los que se interesen al ver a sus padres probando sabores desconocidos para ellos.
No hay que olvidar que padres y hermanos son el ejemplo a seguir por los pequeños. Comer en familia con un buen ambiente de charla, que deje la televisión en un segundo plano, es beneficioso para que los niños disfruten de la hora de comer.
Está comprobado que ayudar en la compra y participar en la preparación de los alimentos les abre el apetito. No dudarán en probar un plato que han elaborado ellos mismos junto a sus padres.
Otro acierto es servir raciones pequeñas. Un plato excesivamente lleno puede agobiarles desde el principio, así que es preferible ponerles poca cantidad y que pidan repetir, o bien utilizar un recipiente grande para que la ración parezca menor.
En el caso de que se nieguen a comer cualquier tipo de verdura hay trucos que se pueden poner en práctica, como camuflar estos alimentos o combinarlos en sus platos favoritos. En cuanto a la fruta, es el postre más saludable que pueden tomar, por lo que podemos hacerla más divertida en forma de macedonia, zumos naturales o pinchos de fruta.
Por otra parte, si el principal problema se encuentra en la cena, a la que muchos niños llegan cansados, la solución reside en cenar más temprano.
Poniendo en práctica estos consejos conseguirás que tus hijos coman de todo. ¡Manos a la obra!