El fútbol y el baloncesto son deportes de masas. Son seguidos desde las gradas por niños y adultos de todas las edades, pero además de ser muy entretenidos para los espectadores, son actividades deportivas que aportan numerosos beneficios a los que se animan a practicarlas.
Se trata de dos deportes muy completos para los pequeños. A partir de los 6 años los niños y niñas ya están preparados para iniciarse en el fútbol o el baloncesto, ya sea en el recreo, el parque o en escuelas infantiles.
En el plano físico, su práctica incrementa la potencia muscular, mejora la capacidad cardiovascular, oxigena la sangre, estimula la visión periférica, la velocidad de reacción y la coordinación. Los principales beneficios psicológicos en los niños que juegan al fútbol o al baloncesto son la adquisición de valores, el desarrollo emocional y el fomento de la autoestima y la lógica. Se potencia el afán de superación, el esfuerzo, el trabajo en equipo y el compañerismo. Además, los pequeños trabajarán su mente al pensar en la jugada más adecuada y al analizar los errores cometidos en los partidos para corregirlos posteriormente.
Por otra parte, jugar en un equipo desarrolla la habilidad de los niños de interactuar y cooperar con sus compañeros, por lo que es una buena forma de construir habilidades sociales. En el terreno de juego todo el conjunto debe comunicarse y trabajar en equipo para conseguir resultados, así, se desarrollan lazos afectivos y se genera empatía.
Y lo más importante de todo, los pequeños se sentirán motivados, no solo sobre el campo o la cancha, sino también en su vida diaria. No es necesario ganar siempre los partidos, se sentirán satisfechos simplemente al divertirse, ser reconocidos por su esfuerzo y socializarse.
La práctica de ejercicio físico de forma habitual, junto a una dieta equilibrada y unos buenos hábitos de sueño, ayudan a llevar una vida saludable y combatir el problema de la obesidad infantil.