Durante los meses de verano intentamos mantener los horarios, tanto de las comidas como de sueño, pero no siempre es posible. En vacaciones las sábanas se pegan más de lo normal, se come fuera, a deshoras y se trasnocha más que el resto del año. Ahora, con la vuelta al cole y al trabajo, toca recuperar los hábitos saludables.
Un sueño profundo y reparador es clave en el rendimiento escolar. Para empezar, establece un horario para ir a la cama y para levantarse, y ten en cuenta que los niños deben dormir al menos 9 o 10 horas cada noche.
Una vez que ha quedado clara esta pauta, los padres deben ser constantes y estrictos, ya que cambiar este horario puede llevar a alteraciones en el sueño. Los fines de semana también se debe mantener en la medida de lo posible, para que el hecho de madrugar el lunes no se haga tan duro y los pequeños se levanten por las mañanas con energía.
En cuanto a la cena, debe ser ligera. Por las noches, hay que procurar evitar los alimentos con azúcar, ya que es un elemento con propiedades estimulantes que dificultan la relajación necesaria antes de ir a dormir. Hay que realizar la última comida del día al menos una hora antes de ir a la cama, pues en caso contrario puede ser un problema para conciliar el sueño.
Para evitar que los peques pidan quedarse despiertos hasta más tarde, planifica una rutina relajante que comience una media hora antes de que se metan en la cama. Así, cada vez que llegue este momento, sabrán que es la hora de irse a dormir. Puede estar compuesta por una ducha y unos minutos de lectura, junto a los padres a edades más tempranas y ellos solos al alcanzar la edad suficiente.
En este ritual de relax no tienen cabida teléfonos móviles, tablets, videojuegos ni cualquier actividad que resulte estimulante y dificulte el sueño.
Un sueño de calidad influirá positivamente en el humor, el crecimiento, la energía y el rendimiento de los niños. ¡Dulces sueños!