Sabemos de la importancia de que los niños mantengan una actividad física regular diaria, aunque debemos tener claro que cualquier ejercicio no vale para todas las edades. Cada etapa de la infancia y la adolescencia tiene unas características físicas especiales y es necesario apostar por actividades que no sólo vayan trabajando sus necesidades, sino que también les resulten divertidas y estimulantes.
Los especialistas coinciden en la importancia de que los niños más pequeños en edad preescolar realicen actividades predeportivas enfocadas a trabajar su coordinación, equilibrio y motricidad. Es una época perfecta para explorar el cuerpo, para ir dotándole de nuevos recursos que le ayudarán en el futuro a centrarse en un deporte concreto y, sobre todo, es una época para divertirse.
Deportes como la gimnasia, el atletismo, la natación, el fútbol, el baloncesto o el ballet, que implican la puesta en marcha de todos los músculos, son una opción maravillosa para practicar de los 5 a los 9 años. Es importante que, además de deportes individuales, los niños practiquen deportes en equipo, ya que no sólo trabajan la forma física de los más pequeños, sino que les ayudarán a desarrollar valores tan importantes como el compañerismo, el trabajo en equipo, el disfrute de las victorias o la tolerancia de las derrotas.
Imponer un deporte a un niño nunca ha sido buena idea. Hasta los 11 ó 12 años es importante que vayan practicando con diversas disciplinas, no sólo para determinar para cuál de ellas tienen más aptitudes, sino para que ellos mismos puedan determinar sus preferencias. En ese punto es necesario que los pequeños realicen actividades de una intensidad entre media y alta durante, al menos, una hora al día. Eso, unido a una alimentación sana y equilibrada, será la clave para evitar problemas de salud como el sobrepeso o la obesidad infantil.
A partir de los 14 años el entrenamiento se puede volver más intenso y exigente, sobre todo si se compite en alguna disciplina. En ese punto es importante ya realizar reconocimientos médicos que puedan diagnosticar cualquier tipo de enfermedad, y saber reaccionar rápidamente ante lesiones, caídas, traumatismos… En esta época acaba el crecimiento de los músculos las capacidades físicas alcanzan su desarrollo máximo, por lo que no debe haber miedo en intensificar la resistencia, la flexibilidad y la potencia del entrenamiento si el adolescente no presenta ningún problema de salud.