El frío y los cambios bruscos de temperatura, el rápido ritmo de la vida diaria, la contaminación del medio ambiente… Cada día, nuestro organismo está sometido a múltiples condicionantes que atacan directamente a nuestro sistema inmunológicoy, en especial, al de los más pequeños. Una alimentación sana y equilibrada es un pilar fundamental para mantener a nuestras defensas bien fuertes.
El sistema inmunitario de los niños, que no está totalmente desarrollado, debe enfrentarse en sus primeros años de vida a todo tipo de virus y bacterias. La diferencia respecto a los adultos es que todo ese mecanismo de defensa debe realizarse por primera vez, por lo que es esencial que su organismo esté lo suficientemente preparado para ese momento.
Durante los primeros meses de vida, la lactancia materna favorece el desarrollo de un buen sistema inmunológico, tal y como han demostrado múltiples estudios en los últimos tiempos. La leche materna contiene bífidus que estimulan el sistema inmune y que le ayudan a desarrollarse de una forma adecuada.
Un poco después, la alimentación juega un papel decisivo en el fortalecimiento de las defensas de los más pequeños. Así, la dieta debe ser variada y con una mezcla adecuada de los nutrientes esenciales (hidratos de carbono, proteínas y lípidos) y los micronutrientes (minerales y vitaminas); y siempre en una proporción adecuada dependiendo de la edad de los niños.
La llegada del frío y el invierno merma considerablemente la capacidad de reacción de nuestro sistema inmunológico, ya que debe entonces hacer frente a mayores situaciones de riesgo. Así, el consumo diario de un yogur tiene importantes beneficios para el desarrollo de las defensas de los más pequeños y para la recuperación de la flora intestinal. Igual sucede con la miel, que tiene propiedades antibacterianas y que, además, suaviza los efectos de la afonía y el dolor de garganta.
El limón se añade a la lista de estos alimentos beneficiosos para nuestras defensas en esta época del año, ya que no sólo nos protege de virus y bacterias, sino que contiene un alto porcentaje en vitamina C, magnesio, hierro, potasio, calcio y fósforo. Las legumbres y los huevos también aseguran el buen funcionamiento del sistema inmunológico por su alto contenido con zinc y en aminoácidos esenciales.
Además, procura siempre que los factores externos no contribuyan a dañar las defensas de los niños: ayuda a que eviten aquellos ambientes llenos de humo de tabaco o que se vean afectados directamente por la polución de los vehículos en grandes ciudades, así como las situaciones de estrés de su vida cotidiana. La contaminación en nuestro entorno y los nervios hacen un flaco favor para la salud y el bienestar en niños y mayores.