La hora de irse a la cama es uno de los momentos que más enfrentamientos ha provocado siempre entre padres e hijos. Nunca hay término medio: lo que es pronto para unos es tardísimo para los otros. En lo que sí parecen coincidir todos es queun buen descanso es esencial para tener energía durante la larga jornada escolar.
Cuando faltan ya menos de dos semanas para la vuelta al cole, la Asociación Española de Pediatría (AEP) acaba de hacer público un informe donde destaca la necesidad de acostumbrar a los niños justo ahora a unos hábitos saludables, como lavuelta a la rutina del sueño y a respetar de nuevo unos horarios.
Según la AEP, los niños deben dormir diariamente entre 9 y 11 horas para mantener un correcto y sano crecimiento y favorecer el aprendizaje, la memoria, la capacidad motora y la asimilación de experiencias. El problema es que los más pequeños no siempre están dispuestos a irse a la cama cuando deben para poder cumplir con esas horas de sueño.
Los especialistas insisten en la necesidad de crear hábitos en los niños; puede que los primeros días sea muy difícil conseguir acostarles, pero en cuanto lleven una semana con idéntico horario su organismo actuará prácticamente solo y será el que les pedirá irse a la cama. Una vez conseguido, es esencial que las cenas no sean demasiado copiosas o lleven alimentos picantes, ya que la sensación de pesadez o la necesidad de beber agua o de ir al baño en mitad de la noche son claros obstáculos para disfrutar de un sueño de calidad. Además, es aconsejable que el dormitorio de los pequeños sea tranquilo y esté lejos de cualquier ruido que les pueda agitar, así como que la cama se asocie únicamente a dormir, y no sea el escenario de otras actividades como jugar o hacer los deberes.
Por otro lado, está demostrado que el sueño es mucho más efectivo y reparador si durante el día se ha realizado al menos una hora de actividad física: los niños no sólo llegarán más cansados a la cama, sino que su cuerpo se recuperará mejor del esfuerzo y su mejorarán sus condiciones metabólicas.
Pero como el sueño no es siempre inalterable, además de las pesadillas con los monstruos que puede haber bajo la cama, hay factores como la obesidad infantil que influyen negativamente en la calidad de las horas que duermen los niños. Según un estudio realizado por el Grupo de Investigación Integrada en Sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), el sobrepeso en los niños favorece la aparición de la apnea del sueño y de otros problemas que se interponen con un buen descanso. Por eso, cuida mucho la alimentación de los más pequeños, intenta que practiquen algún tipo de actividad física y regula sus horarios para que cada mañana despierten con ganas de comerse el mundo.