Viajar con los más pequeños, sobre todo si no es a un destino playero, es posible aunque nada fácil. Por eso, si no quieres que tu escapada a ese lugar con el que llevabas años soñando se convierta en una fiesta infantil de tres días, es importante que elabores un plan de actividades que incluya todo aquello que quieres visitar pero que también contemple momentos de ocio y juego para ellos. Y es que, como en todo, en el equilibrio está la solución.
Es importante que, en los días previos al viaje, la familia al completo vea algunos mapas y descubra la historia, la cultura y los lugares más famosos de la ciudad a la que se va a viajar. Esa pequeña participación del niño en la toma de decisiones le hará interesarse mucho más por lo que va a descubrir en unos días y prestar más atención a todos los detalles del viaje.
Una vez que tengas toda esa información, prepara un listado de posibles actividades paralelas que realizar teniendo en cuenta la época del año y la agenda de ese lugar. Es interesante conocer si esa ciudad cuenta con un zoo, un parque de atracciones o algún lugar de recreo que pueda estar entre las preferencias de los más pequeños y dejar una mañana o una tarde para que ellos sean los protagonistas y sientan que también están descubriendo algo nuevo.
Si tienes pensado que la familia se desplace a pie ten claro que el ritmo de paseo lo marcará el menor del grupo y que los trayectos no deben ser excesivamente largos y han de contemplar paradas estratégicas que vayan amenizando las rutas. Será posible tener un rato de museo si no nos olvidamos de parar para disfrutar de una buena merienda; podremos terminar la ruta de monumentos si aprovechamos un rato libre para descansar en un parque o bañarnos en la piscina del hotel.
Viajar con niños requiere también llevar algo de ‘exceso’ de equipaje. Así, será mejor si en nuestras rutas llevamos siempre una pequeña mochila con algo de ropa por si hace frío, una gorra y protección solar para cuidarles del sol y una botella de agua o un zumo y galletas o pequeños bocadillos para que puedan picar si les entra hambre sin la necesidad de tener que interrumpir la ruta.
Otra gran idea es que los pequeños lleven su propia cámara de fotos para que vayan guardando sus propios recuerdos y luego sean capaces de reconstruir el viaje a través de las fotografías que ellos mismos han realizado, no las de los demás, y que cuelguen en su habitación un gran mapa del mundo en el que vayan marcando las ciudades por las que pasan.
Por último, si vas a viajar en avión con niños, es importante que recuerdes que desde hace ya un par de años es obligatorio que los menores de edad (desde su nacimiento) lleven su propio documento de identidad o pasaporte para volar al extranjero.