Llega la hora de comer y los más pequeños de la casa se sientan en la mesa y se encuentran frente a ellos un suculento y nutritivo plato de verduras. Pero a ellos no les parece ni lo uno ni lo otro y tuercen la cara, normalmente acompañado con algún gesto en la boca que hace entender que no tienen intención de ingerir eso ni por las buenas ni, probablemente, por las malas.
La situación se resume en un tajante “Eso no me gusta”. Todo sería más sencillo, se dicen en ese momento los padres, si el plato contuviese una ración de patatas fritas con kétchup, una hamburguesa o un trozo de pizza.
En esta batalla, los productos sanos parecen tener perdida la partida. Los niños no tienen que entender (básicamente, les da igual) que esa lechuga, esa espinaca o esos tomates les ayudarán en su desarrollo y a no engrosar el problema de la obesidad infantil. Las golosinas, los dulces o la comida rápida con muñeco incluido les son bastante más apetecibles que un plato de verduras.
Una solución podría ser disfrazar esas hojas y brotes y camuflarlo en forma de otra cosa que, en principio, no les cause ese rechazo que parece ser innato a los niños ante las verduras. ¿Opciones? Convertir un plato de espinacas o de calabaza en un puré o una crema caliente que, además de tener una textura y un aspecto diferente, puede ayudar a mitigar los rigores del invierno que acaba de hacer acto de presencia de forma contundente.
La inmensa ventaja del puré es que, al pasar los ingredientes por la batidora, se mezclan y convierten en un único plato repleto de vitaminas, fibras y minerales que, probablemente, los más pequeños se coman sin rechistar, frente a la oposición inicial a comer sano.
Las combinaciones son múltiples: calabacín, puerro, judías, tomate e incluso verduras de hoja verde como lechuga, acelgas o espinacas pueden ser convertidos en un plato de puré que al niño le entre más por los ojos y le provoque menos rechazo que el encontrarse la verdura en sí misma en el plato. Y, de esa forma, se puede conseguir dar ese surtido de verduras a los más pequeños que les aportará los nutrientes necesarios para su óptimo crecimiento.
Además, el puré da la posibilidad de alternar otros sabores y variantes, incluyendo en la receta la carne o el pescado, aunque de la última opción no se debe abusar. Y también se pueden buscar trucos para camuflar el color (normalmente de un verde que se suele identificar claramente con los vegetales) de estos platos. Un toque de tomate o de zanahoria puede dar como resultado un tono más ‘divertido’ a la hora de presentar el plato a tan exigente comensal. Incluso se puede incluir en la elaboración algún producto lácteo como el queso.
Estamos convencidos de que vosotros también habéis descubierto algún truco para lograr que el rechazo a un plato tan saludable como las verduras pase a formar parte de la dieta diaria de vuestros pequeños. ¡Compártela con nosotros!