La adolescencia es una de las épocas más complicadas para el ser humano, ya que el cuerpo y la personalidad se enfrentan agrandes cambios en muy poco tiempo y hemos de contar con los recursos necesarios para saber afrontarlos. La alimentación juega un papel esencial en todo este proceso, ya que será la que dote al organismo de la energía suficiente para afrontar el crecimiento físico e intelectual que conllevan estos años.
Los adolescentes se exponen a un enorme gasto energético entre su vida académica y el incremento de la actividad física, aunque no siempre satisfacen sus necesidades con los alimentos que más nutrientes les ofrecen. La comida rápida de cadenas de fast-food, las golosinas, los fritos o la bollería industrial son opciones agradables al gusto pero muy poco saludables. Su consumo en exceso durante la adolescencia no sólo puede derivar en importantes carencias nutricionales, sino en problemas asociados como la obesidad.
Asimismo, los adolescentes aún no tienen una personalidad demasiado sólida y se dejan llevar por referencias y valores que ven o escuchan en la televisión. La obsesión por la belleza o el culto al cuerpo pueden llegar a vincularse con dietas muy restrictivas e incluso trastornos alimenticios (bulimia, anorexia…) que mermarán también la seguridad en sí mismos y su normal desarrollo como personas.
Los padres deben ser quienes marquen las pautas alimenticias de los adolescentes. Una dieta equilibrada consta de unas 2.000 calorías para las chicas y de 2.500-3.000 en el caso de los chicos. Al igual que en los mayores, el secreto está en la variedad de alimentos y en cuidar que sus nutrientes sean los más adecuados para un crecimiento óseo y un desarrollo muscular óptimos. Así, la dieta ideal debería constar de proteínas, hidratos de carbono, grasas, fibra, vitaminas y minerales como hierro, calcio o cinc.
Como pautas generales, es importante variar en todo lo posible la alimentación de los adolescentes, procurando unequilibrio entre los diferentes grupos alimenticios, así como comer ordenadamente y mantener unos horarios fijos que regulen su dieta. En ese sentido podemos incluir la necesidad de que no se salten el desayuno, de que tomen snacks sanos a media mañana y en la merienda para evitar caer en el picoteo o de que su almuerzo incluya al menos una parte de verduras.
No podemos olvidar que durante la niñez y la adolescencia se gestan los adultos del futuro. Todo lo que aprendamos en esos años y todas las metas que alcancemos marcarán las personas que llegaremos a ser algún día.